El título de la exposición, «El espacio del paisaje», hace referencia al lugar que ocupa este género dentro de la pintura, pero también a todos los tipos de espacio que pueden abrirse ante nuestra mirada. Así mismo, en esta exposición se sitúa el punto de mira en asociaciones vinculantes entre el pasado y el presente.
Detrás de las apariencias y rupturas formales, son muchas las relaciones que unen el arte de diferentes estilos y de épocas alejadas en el tiempo. Uno de esos poderosos vínculos es el concepto de género pictórico. Por ello, siguiendo con la trayectoria de Artur Ramon Art de establecer diálogos entre las piezas de su colección, ya sean de factura clásica u obras que apuestan por la experimentación formal, se ha tomado uno de estos géneros, el paisaje, como leitmotiv de la exposición que ahora se presenta. Ahora bien, el enfoque que se ha dado es muy amplio, tanto como la diversidad de dibujos, cuadros y grabados expuestos. En este sentido, se han establecido cinco aproximaciones al paisaje. Divisiones que no son excluyentes, puesto que muchas obras participan, simultáneamente, de varios de estos bloques. Esos apartados solo reflejan diferentes puntos de vista que contribuyen a mostrar la pluralidad de facetas que recoge este género, el primero que provocó una renovación del lenguaje pictórico.

Galeria Artur Ramon Art
A modo de invitación a la muestra, se presenta una foto de Doug y Mike Starn que nos habla del modo en que la representación de la naturaleza puede encerrar una gran fuerza simbólica y conceptual; con sus instalaciones, estos artistas han realizado también incursiones en la arquitectura efímera. Así, podemos asociar la fotografía con un
paisaje de Iu Pascual: en ese cuadro de Pascual hay un gran árbol que destaca en el conjunto de la composición, y que con su presencia puede evocar la solidez y la fluidez del pensamiento; tema al que, por otro lado, aluden Doug y Mike Starn en el título de su fotografía, Estructura del pensamiento 11. No hay que olvidar, además, la colaboración de Iu Pascual con Gaudí en la decoración de la casa Milà. Un Gaudí para quien el simbolismo de las formas de la naturaleza tenía una importancia primordial.
Así, tanto en Doug y Mike Starn como en Iu Pascual subyace una relación entre paisaje y
arquitectura.

«El espacio del paisaje» en la Galeria Artur Ramon Art

En las obras de la colección de Artur Ramon Art seleccionadas para la muestra se verá que esta relación entre naturaleza y artificio se halla siempre presente de un modo u otro, ya sea en lo representado o en el enfoque de la representación. Pasemos ahora a analizar cada uno de los apartados temáticos en que se estructura esta exposición.
Tan solo una pequeña aclaración previa: junto a algunas de las obras expuestas, se ha creído conveniente incluir en esta breve reseña algunas imágenes de otras obras que pueden ayudar a la comprensión y el deleite de la muestra.


Paisajes de viajes. Galeria Artur Ramon Art

El paisaje se puede entender como una mirada y evocación distante en el tiempo y el espacio. Es el territorio visto e interpretado por aventureros y comerciantes en las grandes exploraciones, pero también es el punto de mira de los lugares exóticos
interpretados por los ojos del romanticismo. La representación de las ruinas formaría parte de esa visión romántica, puesto que con ellas viajamos a otros tiempos e imaginamos otras formas de vida. Pero la ruina es también casi media naturaleza,
una construcción que vuelve a la materia de donde partió. No es casual que en muchos paisajes donde aparecen ruinas estas se entremezclen con parajes muchas veces idílicos que emulan una Arcadia perdida, que, desde esa añoranza, nos habla del fluir y la continuidad de la vida. Galeria Artur Ramon Art A pesar de ello, la muerte siempre está presente, como en el enigmático cuadro de Poussin Et in Arcadia ego, y en la presencia misma de las ruinas.
Se inicia la andadura en este bloque con dos dibujos de puertos; el de Málaga, visto desde la distancia por Jan Peeters, como trazado desde uno de esos barcos que partían a tierras lejanas, y el de Barcelona, que Barradas traduce a su vital estilo vibracionista. Ambos son una invitación al viaje: el de Peeters, a vivir las Américas, esa tierra fértil
y prometida que estuvo en el punto de mira hasta el siglo xx; y el de Barradas, una apuesta por vivir del arte en la cosmopolita Barcelona de la época, que era el puente de conexión con la anhelada París, meta de muchos artistas y escritores de uno y otro lado del Atlántico. Esta evocación del viaje se intuye también en la obra de Eugenio Lucas Velázquez Atardecer en una costa del norte de África, que contrasta con el amanecer
brumoso y sensual de La torre muda, de José Frau.

Paisajes del tiempo y la memoria. Galeria Artur Ramon Art

Muchas de las representaciones paisajísticas tienen algo de mirada vertida sobre lo cotidiano. Con su imagen evocan tiempos pasados, vivencias en lugares y entornos muchas veces desaparecidos. Estos cuadros y fotografías quedan entonces a modo
de huella temporal. En este sentido, se puede decir que hablan de la memoria, del recuerdo vivo fijado por la magia de unas imágenes que activan sentimientos.
Así, por la acción sugerente de estas representaciones, podemos pasearnos de nuevo por
esos parajes casi olvidados. En el cuadro La casa desaparecida, de Luis Marsans,
se observa con claridad la huella del paso del tiempo y sus cicatrices. Otra forma de aproximación al mismo concepto la percibimos al observar el Patio del Palacio Episcopal de Barcelona, obra atribuida a Francesc Soler i Rovirosa. Esta representación
nos habla de la memoria y de la acción del tiempo sobre nuestro entorno. Galeria Artur Ramon Art

Si  contemplamos ese patio en la actualidad y lo comparamos con la imagen del cuadro, seguramente nos parecerá un espacio irreconocible; es más, nos preguntaremos si se
trata del mismo lugar. Solo si nos remontamos a 1928, mediante imágenes fotográficas de aquella época, podremos reconocerlo. Al contemplar el Plano de la villa y ciudadela de
Barcelona podemos experimentar esa misma sensación de buscar en imágenes pretéritas cómo fueron esos espacios que hoy presentan una configuración bien distinta. El topónimo persiste en el actual parque, pero de la antigua Ciudadela no queda ni rastro.
Si volvemos la mirada a otro cuadro de Luis Marsans del mismo título que el anterior, La casa desaparecida, se puede observar que aquí del edificio ausente queda eso, un hueco, una discontinuidad en la trama urbana. Sin embargo, fijándonos bien, podemos percibir en la apariencia de los edificios colindantes que estos seguirán, posiblemente pronto,
el mismo destino. Ese continuo devenir muestra un proceso que en los cuadros de Marsans, que no databa sus obras, crea una sensación de indeterminación o incertidumbre sobre el momento en que lo irreparable queda fijado.

Paisajes imaginarios. Galeria Artur Ramon Art

El concepto de paisaje imaginario, en un primer momento, puede llevarnos a pensar en los artistas que irrumpieron a partir de las vanguardias históricas, especialmente aquellos que se han movido por la poética surrealista. Pero hay que tener en cuenta que hasta el siglo xix casi todos los paisajes eran imaginarios, se creaban a partir de recuerdos, Galeria Artur Ramon Artapuntes o bocetos, con una combinación de imágenes y elementos tomados de grabados.
Si comparamos, por ejemplo, la obra Presagio, de Camil Bofill, con el paisaje de Lodewijk Toeput que muestra una idealizada campiña, se puede observar espacio que evoca un paisaje real, aunque poblado de una concatenación de elementos que nos da una
visión onírica, mientras que en la obra barroca —a pesar de su aparente verosimilitud— se respira un entorno rústico imaginado, con ruinas romanas. Se trata, pues, de un paisaje tan imaginario como el primero, aunque el título aluda a una escena real.
Recordemos a este respecto las vedute que construía Canaletto de una Venecia medio inventada.

Paisaje y espacio interior. Galeria Artur Ramon Art

Este bloque puede causar cierta perplejidad por el enfoque que se le ha dado. Además del subgénero de los interiores, que tan bellas muestras nos ha dejado, hay que tener en cuenta que toda creación revela en cierto modo el mundo interior de cada artista.
Una de las acepciones etimológicas del concepto de paisaje es la de campo abierto, y ¿qué espacio puede ser más abierto que el que plasman algunos artistas en sus creaciones? En la contemplación de sus obras somos como una especie de
voyeurs que miran sus estimulantes interioridades, su mágico proceso de investigación e invención. Los espacios interiores pueden tener un carácter agitado y vitalista, como dispuestos a ser contemplados por un gozoso espectador; así es, por ejemplo, el Interior de café de Mariano Fortuny. Pero este tipo de obras también puede mostrar una
serena meditación interior; pensemos, en este sentido, en la mayoría de interiores holandeses. La Puerta de entrada, de José Manuel Ballester, presenta
ese carácter intimista que sugiere soledad y misterio. En esta obra da la impresión que se
fusionan, en una potente imagen, dos aspectos: la visión interior e introspectiva y el propio espacio representado.

Galeria Artur Ramon Art
La misma agitación del dibujo de Fortuny antes reseñado la encontramos en uno de Torres–García, Jardín del Salón. Mientras que la otra vía, la de la serena introspección personal, se halla presente en dos cuadros de esta exposición, uno de Ramón Casas
y otro de Luis Marsans, en los que el piano es protagonista.
A este respecto, hay que tener en cuenta que a partir del romanticismo la música fue considerada la más espiritual de las artes. Esta consideración nos lleva a otro grupo de obras incluidas aquí, no porque representen un interior, sino porque muestran el interior, tal como ya se ha apuntado antes. Así mismo, retomando el hilo musical, recordemos la referencia constante a la música, de un modo u otro, en las publicaciones de Kandinsky; sus escritos constituyen en gran medida las bases que configuraron un nuevo lenguaje visual. Las obras que aquí se presentan de Esteban Lisa, Rafael Alberti y Luis Feito son en cierto modo deudoras, desde estilos diferentes, de esa expresión del espíritu interior que reivindicaba el primer arte abstracto.

Paisajes escenográficos. Galeria Artur Ramon Art

Nuestro periplo por el paisaje concluye con los que tienen un carácter escenográfico. Con ello nos referimos no solo a los diseñados propiamente para la escena, sino también a los que muestran un sentido escenográfico, ya que en el fondo todo paisaje es una especie de puesta en escena. Nuestra mirada observa el espacio como una gran caja escénica donde entre telones y bambalinas, con árboles, casas, objetos…, aparecen los personajes de la acción. Desde el tratado de Serlio, ha existido una importante vinculación entre la representación perspectiva y el espacio escénico, entendido este a modo de ventana abierta al mundo exterior. La tradición de grandes telones teatrales también fue un estímulo para la creación de sugerentes ambientes paisajísticos y arquitectónicos.
La concepción renacentista de la obra pictórica como una ventana en donde representar y desde la que contemplar el exterior fue dominante hasta la ruptura cubista. Esa tradición perspectiva de concebir el cuadro como una especie de ventana se desarrolló en el mundo escénico y llegó a ser un lenguaje habitual en los grandes telones que dominaron hasta bien entrado el siglo xx. En Cataluña existió una gran tradición en la construcción de este tipo de decorados. Muestra de ello son los bocetos de Marià Andreu incluidos en esta exposición. A esto hay que añadir la gran tradición de crear arquitecturas efímeras y coreografías en espacios públicos para eventos singulares, que tiene su origen en la Baja Edad Media. En la exposición se muestra una obra de Francesc Tramulles, Comitiva de Ganimedes, que formó parte de la Mascarada Real celebrada en Barcelona para recibir al rey Carlos III a su llegada de Nápoles. Estos espectáculos coreográficos se desarrollaban al aire libre, y en las distintas láminas se iba describiendo cada una de sus fases. El contenido era alegórico, y se recurría a la mitología para exaltar las bondades y atributos del homenajeado. Galeria Artur Ramon Art
Siguiendo con las coreografías para la recepción de los monarcas, en la exposición se puede contemplar una obra posterior de Bonaventura Planella i Conxello, Fiesta con motivo de la visita a Barcelona de Fernando VII, de 1828. También se ha incluido otra obra que muestra un evento de carácter más ritual, Procesión en la iglesia de San Pedro de Génova, de Frank Brangwyn.

Se han trazado aquí unas escuetas notas, casi al azar, de todo lo que se puede descubrir en esta nueva exposición que presenta Artur Ramon Art. Tan solo queda invitar a todo el mundo a compartir el rico mundo visual de estos paisajes, que son una apertura a las sensaciones. Se trata de ventanas abiertas no solo al exterior, también al interior de
cada uno de nosotros, a las vivencias y la experiencia con nuestro entorno.

Artur Ramon Art

Carrer de Bailèn, 19, 08010 Barcelona

 

El espacio del paisaje Galeria Artur Ramon Art del 24 de febrero hasta el 24 de mayo de 2019

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