El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acoge temporalmente una selección de diez obras procedentes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acoge temporalmente una selección de diez obras procedentes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Las piezas se integran con las obras de la colección permanente, por coincidencias temáticas o temporales, siguiendo un itinerario que recorre las salas de la segunda planta.

10 obras del Museo Nacional de Escultura de Valladolid

Así, una talla de San Marcos (1501-1525), atribuida a Felipe Bigarny, dialoga con la pintura dedicada al mismo santo del alemán Gabriel Mälesskircher; frente a un tondo del maestro manierista Beccafumi, se expone la Sagrada Familia con san Juanito (hacia 1535), altorrelieve atribuido a Gabriel Joly, cuyas líneas curvas delatan que también fue concebido como un tondo; un busto anónimo del Emperador Carlos V de joven (hacia 1520) lo hace junto al retrato del mismo que pintó Lucas Cranach el Viejo, o la imagen de San Antonio de Padua (hacia 1560-1575), de Juan de Juni, acompaña temporalmente a La Virgen y el Niño con santa Rosa de Viterbo, de Murillo, perteneciente a la colección del museo.

 

La primera obra que el visitante encontrará está en la sala 2. Se trata de un San Marcos atribuido a Felipe Bigarny cuyo tema, a pesar del salto cronológico, admite comparación con la tabla del mismo asunto del pintor alemán Gabriel Mälesskircher. En la sala 3, entre obras neerlandesas, se expone una talla anónima de San Adrián procedente de un taller de los Países Bajos meridionales donde se registran características del Renacimiento.


En la sala 6, se alza una imagen exenta de Santa Catalina de Alejandría del círculo de Aniello Perrone. Es una pieza de gran presencia y un buen ejemplo de escultura religiosa barroca en la que cada detalle desprende dinamismo y movimiento. Frente al tondo de Beccafumi en la sala 7 se encuentra una obra de altísima calidad atribuida a Gabriel Joly y titulada Sagrada Familia con san Juanito. La pieza de un artista vinculado a la ciudad de Limburgo, Santa Ana, la Virgen y el Niño, se exhibe en la sala 8, donde el mismo tema aparece en el tríptico de Hans Süss von Kulmbach.


En la sala 9 se halla el único retrato de esta muestra, un busto en piedra caliza del Emperador Carlos V, joven, que admite una buena comparación con el retrato del monarca de Lucas Cranach el Viejo. Atribuido a Alonso Cano tenemos un Niño Jesús triunfante, ejecutado en peltre policromado, que enlaza con la propuesta pictórica de Joos van Cleve de la sala 10. La Cabeza de un apóstol del andaluz Pedro Roldán se ha instalado en la sala 14, próxima a la obra de Zurbarán. Juan de Juni y su magnífico San Antonio de Padua comparte espacio con la única obra de Murillo que cuelga de los muros del Museo. El recorrido finaliza en la sala 19 con la talla de un Demonio, de autor anónimo del siglo XVIII, que hace de contrapunto a la obra del taller de Rubens, El arcángel san Miguel expulsando a Lucifer y a los ángeles rebeldes.

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