Dia internacional de la Danza
El Día Internacional de la Danza se celebra el 29 de abril desde que fue establecido en 1982 por el Comité Internacional de la Danza del Instituto Internacional del Teatro (ITI). Esta fecha conmemora el nacimiento (en 1727) de Jean-Georges Noverre, bailarín y maestro considerado el creador del ballet moderno.
Cada año el ITI encarga a una personalidad conocida del mundo de la danza la redacción de un mensaje que es leído en todo el mundo. El objetivo de esta celebración y de ese mensaje es el de unir todas las danzas en este día, para celebrar esta forma de arte y mostrar su universalidad.
El Mensaje del Día Internacional de la Danza 2019 le ha sido encargado a la bailarina, coreógrafa y maestra egipcia Karima Mansour:
«Al principio hubo movimiento …y desde el principio de los tiempos, la danza ha sido un fuerte medio de expresión y celebración. Encontrado en los murales de faraones egipcios y creadores de danza inspiradores hasta la fecha. La danza se usó para evocar a los muchos dioses y diosas de la danza con todo lo que representan en significado y conceptos como el equilibrio desde el cual se conecta la justicia, la musicalidad, el tono, la conciencia individual y cósmica y más.
Leí una vez que: ‘Se pensaba que la danza en los tiempos de los faraones elevaba el espíritu del bailarín y de la audiencia de espectadores o participantes. La música y la danza invocaban los impulsos más elevados de la condición humana al mismo tiempo que consolaban a las personas por las decepciones y pérdidas en una vida’.
El movimiento es un lenguaje hablado por todos nosotros. El movimiento es un lenguaje universal que pertenece a todos si solo abrimos nuestros sentidos y escuchamos. Escuchar es lo que se requiere, escuchar sin interferencias, escuchar sin juzgar, escuchar en silencio y permitir que el movimiento pase a través del cuerpo en el momento, porque todo lo que está dentro y alrededor de nosotros está en movimiento, movimiento constante. Esto es cuando el cuerpo no miente porque está escuchando su verdad y la está manifestando.
Al escuchar el latido de nuestro corazón, podemos bailar la danza de la vida, que requiere movimiento, agilidad y adaptabilidad, una coreografía en constante cambio.
En esta época en la que la conexión y la conectividad han adquirido nuevos significados y estamos en nuestro punto más bajo en nuestra capacidad de conexión … La danza sigue siendo la acción más buscada para ayudarnos a restablecer esa conexión perdida. La danza nos devuelve a nuestras raíces, en el sentido cultural, pero también en el sentido sensorial, personal e individual más inmediato, hasta el núcleo y el corazón, al tiempo que nos permite ser animales sociales. Porque es cuando nos conectamos con nosotros mismos cuando escuchamos nuestro ritmo interno, cuando realmente podemos establecer una conexión con otros y comunicarnos.
La danza es donde la cultura se comparte y las fronteras caen en el espacio de la inclusión y la unidad, a través del lenguaje tácito de la universalidad.
El cuerpo es un instrumento de expresión, un recipiente para nuestra voz, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra historia, nuestro ser y existencia, nuestro anhelo de expresar y conectar lo que se manifiesta a través del movimiento.
La danza es un espacio que permite conectarse con su verdad, para eso se requiere un espacio tranquilo. La danza nos permite conectarnos y sentirnos completos, y solo en ese sentimiento que encontramos paz, y con la paz viene el silencio y es a través del silencio que podemos escuchar, escuchar, hablar y a través de la quietud que aprendemos a bailar nuestras verdades y esto es cuando la danza se vuelve pertinente.
El movimiento y la danza es donde podemos movernos de la vertical a lo horizontal, de arriba a abajo y viceversa. El movimiento y la danza es donde el caos se puede crear y reorganizar, o no. Donde somos capaces de crear nuestras propias realidades y momentos fugaces, efímeros, uno tras otro. Momentos que nos pueden tocar y permanecer en nuestros recuerdos, para inspirarnos y cambiarnos a nosotros y a los demás para toda la vida. Ese es el poder de la verdadera expresión y por lo tanto el poder de la danza.
La danza es sanadora. La danza es donde la humanidad puede encontrarse.
Invito a la gente a ir más allá de las fronteras, más allá de la crisis de identidad, más allá del nacionalismo y más allá de los marcos. Que nos liberemos de esas limitaciones y encontremos el movimiento y el impulso en ese lenguaje universal. Invito a todos a bailar al ritmo de su corazón, a su verdad interna porque es desde estos movimientos internos, los que llevan a las revoluciones internas, donde ocurre el cambio real«.
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