Un misterioso ataque causa daños irreparables en obras de arte milenarias en los museos de Berlín
El ataque tuvo lugar en la noche del 2 al 3 de octubre, pero los responsables de los Museos Estatales de Berlín han guardado silencio hasta ahora para facilitar la investigación. La identidad de los perpetradores sigue siendo un misterio y las consecuencias de su vandalismo han causado daños irreparables.
Al menos 70 obras de arte y antigüedades insustituibles resultaron perjudicadas. La cadena pública de radio alemana Deutschlandfunk (DLF) informa que «uno o más perpetradores desconocidos rociaron al menos 70 objetos en el Museo de Pérgamo, el Neues Museo, la Alte Nationalgalerie y otros lugares con un líquido aceitoso que ha dejado marcas en sarcófagos egipcios, esculturas de piedra y pinturas del siglo XIX». «Uno de los ataques más extensos a obras de arte y antigüedades en la historia de Alemania desde la II Guerra Mundial», concluyen los expertos. La noche de los hechos, Alemania celebraba los 30 años de la reunificación, una fiesta nacional. Ese fin de semana Berlín suele estar lleno de turistas, tanto nacionales como internacionales, pero la pandemia mantenía los museos de Berlín prácticamente vacíos.
No está claro todavía cómo pudieron acceder los atacantes a los museos, a pesar de las cámaras de seguridad. Una portavoz de prensa de la policía, adscrita al departamento de delitos de arte de la Oficina Estatal de Policía Criminal, justifica que «había razones tácticas de investigación para no informar al público».
En cuanto al alcance de los daños, si el aceite ha dejado un daño permanente, no hay todavía una declaración en firme de los museos estatales. El jefe de prensa, Markus Farr, se limita a informar que «hay daños en los objetos». «Hablar de un ataque puede ser tendencioso. Más allá de esto, no comentamos nada». La Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano y la policía de Berlín confirman solamente que hubo daños en las exposiciones y que se ha iniciado una investigación preliminar sobre daños a la propiedad.
Al margen de los daños materiales, el prestigio de los Museos de Berlín queda seriamente tocado, al haber demostrado una evidente negligencia en la protección de los tesoros que custodian. Las escasas medidas de seguridad en la Isla de los Museos, en el centro histórico de la capital alemana, es ya un clásico de las reivindicaciones de la ciudad. En marzo de 2017, una banda logró robar una moneda de oro de 100 kilogramos y un valor de 3,75 millones de euros. Este ataque no hace más que corroborar la precariedad del sistema. La gran incógnita, en todo caso, es la motivación de los atacantes.
Los medios locales vuelven ahora la mirada hacia el fanático de las teorías de conspiración Attila Hildmann, un chef vegano al que se investiga ya por posible delito de sedición, que agita a sus 60.000 seguidores en las redes sociales con la «ideología ciudadana del Reich», según la cual los judíos sionistas son enemigos de Alemania, que a su parecer no es un Estado soberano sino un «Estado ocupado». En los últimos meses, además, ha difundido varias veces su teoría sobre que el Museo de Pérgamo alberga el «trono de Satanás» y que es el centro de la «escena satánica mundial y criminal del coronavirus». Ha afirmado igualmente que «¡Aquí hacen sus sacrificios humanos por la noche y profanan a los niños!», en medio de llamadas a destruir el edificio. Mezcla estas acusaciones con advertencias sobre la vacunación contra el coronavirus, que en su opinión es un plan de Bill Gates. Pero ni Hildmann ni ninguno de sus seguidores han reivindicado la autoría del ataque.
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