Fundación Telefónica y el Museo Reina Sofía presentan ‘Cubismo(s) y experiencias de la modernidad’, una exposición que reúne fondos cubistas de las colecciones de ambas instituciones para poner de manifiesto la gran pluralidad de propuestas creativas que generó esta corriente artística y crear una lectura más amplia sobre ella. La muestra recorre tanto los años centrales de este movimiento como experiencias de décadas posteriores a través de más de 40 obras realizadas entre 1912 y 1933.
En junio de 2016, la Fundación Telefónica firmó un convenio de depósito en comodato de bienes culturales a favor del Museo Reina Sofía mediante el cual la Colección Cubista -uno de los núcleos de mayor relevancia de la Colección de arte de Telefónica– se incorporaba a la colección del Reina Sofía por un periodo renovable de cinco años.
Además de por su calidad intrínseca, la importancia del depósito reside también en la incorporación de trabajos de artistas que no estaban representados en la colección del Museo y de obras de gran valor para uno de sus núcleos clave: la experiencia de la modernidad en Latinoamérica.
Ahora, fruto de este acuerdo de colaboración, el público puede contemplar en las salas 207, 208 y 210 del edificio Sabatini del Museo Reina Sofía una selección más de 70 obras procedentes de los fondos cubistas de las colecciones de la Fundación Telefónica y del Museo Reina Sofía que ponen de manifiesto la gran pluralidad de propuestas creativas que generó esta corriente artística y que dan pie a una lectura más amplia sobre ella.
Las obras datan tanto de los años centrales de este movimiento como de experiencias de décadas posteriores (1912 -1933) y fueron creadas por, entre otros muchos autores, Juan Gris, Pablo Picasso, Georges Braque, María Blanchard, André Lhote, Albert Gleizes, Metzinger, Vicente Huidobro o Joaquín Torres-García.
Según el comisario Eugenio Carmona, “la reunión de la Colección Cubista de Telefónica con fondos cubistas del Museo Reina Sofía es una propuesta en favor de la concepción plural de la experiencia cubista. Pero en el momento presente, la reconsideración de la experiencia cubista atendiendo a las formulaciones de Juan Gris es no solo lícita y posible, sino que es, además, deseable, pues contiene en sí misma la complejidad de lo que el cubismo realmente fue”.
Exposicion de la Fundación Telefónica en el Museo Reina Sofía
Las piezas que se han reunido en esta ocasión bajo el título Cubismo(s) y experiencias de la modernidad permiten profundizar en el nacimiento y desarrollo de este movimiento desde sus estadios fundacionales, cuando Pablo Ruiz Picassoy Georges Braque trabajaron de forma conjunta desde el primitivismo y el posfauvismo cézanniano y cuando desarrollaron el cubismo como “lenguaje” planteando invenciones iconográficas y técnicas.
Se recupera también a figuras como Albert Gleizes, Jean Metzinger y el primer Auguste Herbin, cuyas aportaciones entre los años 1909 y 1915, significaron el tránsito de la herencia del simbolismo final a un nuevo sistema figurativo basado en el predominio de la forma y en la articulación dinámica de facetas y figuras. Con ello querían expresar la vivencia incesante de lo cotidiano y la relación «unánime» entre sujeto y mundo.
Otros artistas presentes en la exposición dan cuenta de cómo el cubismo supo dar origen a otros istmos que, aun dejando de ser cubismo, mantenían su impronta. Conocidas son las evoluciones planteadas por Fernand Léger y por Robert y Sonia Delaunay, que trazaron un recorrido semejante entre las posibilidades del cubismo y las sugerencias de la «vida moderna».
Como «espacio» de reunión y pensamiento de estos cubismos diversos encontramos a Juan Gris, el punto de confluencia que, según Eugenio Carmona, acrisolaba lo que Picasso y Braque y otros cubistas desarrollaban. En su obra se puede observar dos momentos decisivos de los años fundacionales del cubismo. Uno es el Gris de 1913 que trabaja mediante la acumulación de materiales creando trampantojos de objetos y texturas. Y otro es el Gris que redefine la noción de collage mediante la introducción de elementos icónicos y recursos formales destinados a favorecer las sensaciones de espacio y tiempo. Pero la trascendencia de Gris, considerado por muchos especialistas el refundador del cubismo y sin duda el representante de una nueva definición del movimiento, puede verse en otras obras más tardías, que llegaron a influir en figuras como Salvador Dalí.
También están presentes creadores latinoamericanos que hicieron del cubismo un referente imprescindible en sus respectivas trayectorias. Xul Solar lo incorporó pronto entendiéndolo como iniciación a lo moderno y como sustrato de su idiolecto plástico. Diego Rivera extendió el cubismo hacia lo heterogéneo y lo identitario, y Emilio Pettoruti, finalmente, lo situó como fundamento de su propia identidad como artista, prolongando en el tiempo la herencia cubista en la geografía americana. En el brasileño Do Rego Monteiro, postcubista con una economía cromática y sintética, se perciben también las influencias por las raíces primitivas de Brasil.
Después del estallido de la Primera Guerra Mundial, el primer medio artístico cubista se disolvió. No obstante, poco después, como se refleja en las salas, la mayor parte de los implicados en la experiencia cubista comenzaron un momento de transición en sus obras. Algunos artistas, como Albert Gleizes, propiciaron un regreso a las fuentes del cubismo, y creadores como Gris y María Blanchard, tras el uso del collage, plantearon un retorno a la pintura pero asimilando el cambio de paradigma que el collage había supuesto.
Jacques Lipchitz propuso una nueva concepción constructiva y arquitectónica de la escultura cubista mientras que Jean Metzinger fue determinante para un renovada tentativa cubista en la que, desde diversos ángulos, también estuvieron implicados otros artistas como André Lhote. Es en esta época también cuando Vicente Huidobro elogió la poética creacionista, cuya influencia en Juan Gris fue notoria.
La muestra también lleva al espectador a la más lejana transformación de la experiencia cubista con el universalismo constructivo de Joaquín Torres-García en el cruce de las décadas de 1920 y 1930, artista uruguayo que reconoció su deuda con Juan Gris.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Calle de Santa Isabel, 52, 28012 Madrid
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