Nacho Duato

Nacho Duato (Valencia, 1957), es un coreógrafo y exbailarín de ballet.

Se formó como bailarín en la Rambert School de Londres, y, tras ello, amplió sus estudios en la Mudra School de Maurice Béjart en Bruselas y en la Alvin Ailey American Dance Centre de Nueva York.

Empezó su carrera de bailarín en 1980, en el Cullberg Ballet de Estocolmo y en 1981 en Nederlands Dans Theater, siendo nombrado Coreógrafo Estable en 1988. Los diez años que pasó Duato en la compañía holandesa marcaron el hacer artístico del creador valenciano. Allí firmó su primera coreografía Jardí Tancat (1983), pasó a ser coreógrafo estable junto a Hans Van Manen en 1988 y se empapó del sentir coreográfico de Kylián, reconocida pieza influyente en su trabajo.

Desde junio de 1990, invitado por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música del Ministerio de Educación y Cultura, Duato pasó a ser director artístico del «Ballet Nacional de España Clásico» con sede en Madrid, que desde 1993 se conoce como Compañía Nacional de Danza, puesto que ocupó hasta el 31 de julio de 2010. Nacho Duato llegó con 32 años para dirigirla, y donde permaneció 20 años , ha creado más de 30 obras. Mediterrania (1992), Multiplicidad. Formas de silencio y vacío (2000), Herrumbre(2004), Alas (2006) y Gilded Goldbergs (2006).Su labor como director se extendió posteriormente hasta la formación de la «Compañía Nacional de Danza 2», que nació como cantera de jóvenes bailarines que van cambiando cada dos años.

Tras dirigir el Ballet del Teatro Mijáilovski de San Petersburgo de 2010 a 2014, en agosto de 2014 asumió la dirección del Staatsballet de Berlín.

La fascinación que se desprende de las coreografías de Duato procede de una evidencia: se trata de un lenguaje de movimiento que está libre de cualquier temor a poner en contacto lo clásico y la vanguardia, la cultura nacional y las influencias internacionales. Así es como Nacho Duato ha desarrollado un estilo tan propio.

Entre los múltiples galardones que figuran en la carrera artística de Nacho Duato destacan el Primer Premio en el Concurso Internacional de Colonia por la obra Jardí Tancat, la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (1998), el Premio Benois de la Danse (2000), el Premio Nacional de Danza (2003) y el Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras 2015.

Nacho Duato pintor

No hay ningún mensaje claro en mi trabajo, todo es sensación y dinámica. Misc uadros son visiones que tengo entre el ojo y el párpado, nada de mística ni de inspiración. Es algo que uno se quita de los ojos, como una legaña, porque lo necesita.

El gesto le define. También a cada obra. El personal movimiento y la manera de dar las pinceladas. El procedimiento pictórico en el que se retrata su mente de artífice, sus caos y sueños, sus infinitudes y recuerdos, una obra peculiarmente impregnada de cadencias musicales, pasos de baile, concatenando, vinculando la acción de pintar a su propia biografía.

Siempre he creído que mis coreografías son como pintar en el espacio con movimientos. Trato de vaciarme y mover los colores por sensación y por mi ritmo interno. Si lo que estoy pintando me dice algo en concreto entonces paro y no puedo seguir… Sobre todo, si siento que empiezo a decorar el lienzo, o a sentir que pinto.

Piezas intensas, manchadas con el cuerpo y con el alma más que con la mano misma, que nacen en la oscuridad, muchas veces en mitad de la noche y en ocasiones hasta con la luz casi apagada, carentes de cualquier forma de orden. Cromáticas diferenciadas, claridad sobre oscuridad, oscuridad sobre claridad, colores vivos danzando que remiten al delicado cromatismo propio de la color-field painting.

En mis ballets es muy importante la luz. Juego mucho con las sombras desde donde aparecen mis bailarines a veces casi tan en penumbra que sólo por la energía logras adivinar lo que están bailando, aunque no veas claramente el movimiento. Lo mismo se puede decir de mi pintura. La luz de Valencia, de donde el artista es originario, no está en modo alguno en sus obras. Tampoco el tiempo ni el espacio infinito. Concebidas como una total cobertura de la superficie, con frontalidad, sin jerarquías entre las partes del lienzo, hay un cosmos contenido en cada una.

Y si se escucha, hay también hasta una música, porque cada pieza va asociada en su esencia a una coreografía del artista. Un corpus excepcional que marcará su herencia plástica.

Nacho Duato entrevista

 

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